17 March 2016
Last Updated: 17 March 2016

Romper el poder del pecado

El Domingo de Pascua muchos cristianos, alrededor del mundo, se reunirán para un servicio del amanecer de Pascua en el que proclamaran “¡Él ha resucitado!”

¡Qué gloriosa celebración representa el Domingo de Pascua para cada uno de nosotros! Al resucitar a Cristo Dios ha roto el poder del pecado y nos ha hecho libres. Al resucitar a Cristo, Dios ha establecido un futuro eterno para cada uno de nosotros.

El coro de la canción “Hagamos su alabanza gloriosa” de Robin y Bill Wolaver dice: “Grita de alegría a Dios toda la tierra, canta gloria a su nombre. Anunciar en voz alta su patrimonio maravilloso.  Proclama Su justicia. ¡Gloria y honor y bendición y poder sea para el Señor! Ven y hagamos Su alabanza gloriosa.”

Al celebrar la realidad y la gloria del Cristo resucitado, nuestros corazones están llenos de alabanza y adoración a medida que adquirimos una nueva visión y comprensión del eterno propósito de Dios y su plan de salvación del mundo.

Para muchas personas la religión no es más que una filosofía intelectual – algo que sólo hacemos en ocasiones especiales y dentro de un contexto especifico que, tristemente, no tiene ninguna influencia sobre la manera que vivimos y  actuamos en nuestras vidas.

Tristemente, podemos fácilmente perder el punto de todo el mensaje de la Pascua acerca del poder cambiador de vida. No se trata de filosofía o religión; se trata de una relación personal con Dios, hecha posible a través del ¡sacrificio de Jesús en la cruz!

En su carta a los Colosenses Pablo dice: “Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra,  pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria. (3:1-4 NVI).

Nuestra relación con Cristo y su vida en de nosotros nos permite ver las cosas desde una perspectiva diferente. Cristo se ha convertido en el centro de atención de nuestras vidas. Es mucho más que ir a través de las mociones, observar rituales y disciplinas espirituales.

Las cosas de este mundo son vistas con una perspectiva diferente, y esto cambia profundamente la manera que pensamos y actuamos. Aquí, Pablo trata de un tema muy práctico de cómo deben vivir los hombres y mujeres que han sido reconciliados con Dios.

Es como si nuestros ojos espirituales fueran abiertos y ganamos mucha más comprensión de los propósitos  eternos y a través de la fe empezamos a experimentar verdaderamente el triunfo sobre la oscuridad y la desesperación.

A través de los ojos de la fe tenemos un mayor entendimiento del plan de redención de Dios para el mundo tal como lo hallamos en el mensaje del Evangelio: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.  Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios.” (Juan 3:16-18).

Tristemente, en este mundo experimentamos tiempos de tristeza, perdida de fe y desesperación. Sin embargo, ¡esa no debe ser la norma cristiana! Algunas veces nosotros, al igual que María, buscamos en el lugar equivocado: “¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive?” (Lucas 24:5).

¿Buscamos, algunas veces, al Señor en lugares donde no está? Todos sabemos lo que significa el estar agobiados, abrumados por la preocupación y cuidado, sin darnos cuenta de que ¡Jesús está realmente con nosotros!

Somos, o debemos ser personas que proclaman el evangelio de la resurrección. Nosotros mismos somos personas resucitadas; personas que han experimentado una transformación dadora de vida mediante un encuentro personal con Cristo resucitado. ¡Somos personas experimentando el poder y la presencia de Cristo resucitado en nuestras vidas! Estamos en el equipo ganador. ¿Tú lo crees?

Estamos destinados a ser gente de victoria, no de desesperación. La muerte de Cristo en la cruz y su resurrección esa primera mañana de Pascua rompió, una vez por todas, el poder y la dominación del pecado. La resurrección de Cristo rompió las cadenas de la muerte y la oscuridad. Eso permanece cierto hoy, no importa lo que podamos ver o experimentar en este mundo.

Somos llamados a experimentar por nosotros mismos el poder y la victoria de la resurrección en nuestras vidas diarias. ¡Levantemos nuestras cabezas y vivamos como personas que experimentan diariamente la victoria que fue ganada por nosotros en el Calvario!

 

André Cox

General

 

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